+ relatos

"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla." 
Gabriel García Márquez.

"Escribir se nos da mejor cuando no lo trabajamos tanto, cuando simplemente nos damos permiso para pasearnos por la página. Para mí, escribir debe ser como un buen pijama: cómodo"
Julia Cameron.




Poema de amor mientras tanto






La sospecha





Regalo de cumpleaños para Maracaibo


Cuando era pequeña después de salir del colegio del turno de la tarde, en algunas ocasiones acompañábamos a mi mamá a un vivero en el barrio El Manzanillo a comprar matas. El vivero quedaba en la ribera del Lago de Maracaibo y era un oasis verde de plantas ornamentales y palmeras mecidas por la brisa marina.

Mientras ella compraba sus plantas, mi hermano mayor (aún no había nacido el menor) y yo nos acercábamos a la orilla del lago y con el uniforme escolar puesto nos dejábamos mojar los zapatos con las olas que llegaban. Mirábamos su inmensidad que por aquel entonces aún reflejaban el azul clarito del cielo. No podíamos entender con lógica adulta la prohibición de bañarnos en aquellas aguas cálidas y apetecibles, hasta que veíamos como las olas traían peces muertos a la orilla.

En el verano cuando voy a ciudades que tienen mar, me resucita el espíritu caribeño dormido tras el largo invierno porque vengo de una que tiene una entrada de Mar Caribe. Cada vez que vuelvo a Maracaibo sé que estoy llegando porque el lago me avisa desde el avión. Maracaibo está entrañablemente ligada a él, pero estamos en deuda con sus aguas.

Hoy que Maracaibo está de aniversario cumpliendo 485 años de fundada, yo le regalaría la limpieza de su lago, una política ambiental sincera y comprometida que realmente le devolviera sus aguas cristalinas, un lago que volviera a reflejar contento el naranja de los atardeceres. Uno que nos hiciera sentir orgullosos de un lago dulce que le da la mano a la ciudad, y no de uno verde contaminado y moribundo ante la indiferencia de todos.

Me gustaría ver a un montón de maracuchos refrescándose y gozando en sus playas en los domingos en los cuales el sol y el aburrimiento aprietan. Ese día celebraría el mejor cumpleaños de la ciudad.


A Maracaibo por su cumpleaños. Santiago 2014





Atrapada por la tecnología

A mi madre no le gustan los cajeros automáticos, les teme, ella prefiere hacer las copiosas colas del banco antes de tener que enfrentarse a esas máquinas incomprensibles.

Mi padre se siente inseguro hablando antes las contestadoras telefónicas. Una vez llamó a mi hermano para felicitarlo por su cumpleaños y no sabía que decir ante esa desconocida, por fin cuando se armó de valentía dejó su mensaje y lo estructuró como las cartas que hacía muy bien en sus tiempos de secretario, la firmó. Sí, al final del mensaje dijo “tu padre” (hizo una pausa como quien deja el espacio correspondiente) y terminó con un “Vinicio”.

Cuenta un amigo de Extremadura que su papá tenía un problema con la cuenta bancaria y le contó su problema a la contestadora automática del banco a quien muy amablemente trataba de “mire usted señorita”. Y mi suegro no termina de entenderse con el teléfono móvil que le ha regalado su hijo.

A los jóvenes los adelantos tecnológicos nos hacen la vida más fácil, pero a la gran mayoría de los abuelitos se le complican las cosas.

Esta mañana de paseo,  estaba una señora de espaldas a un cajero automático y me llama con un “por favor” angustioso. Tenía la tarjeta en la mano. Me imaginé que era una de esas abuelas confiadas y en efecto lo era, pero estaba en una situación difícil. Me entregó la tarjeta;  le pregunte: “¡Ah! ¿quiere entrar?” y me dijo: “no, lo que quiero es salir”. La puerta le había pisado el abrigo, estaba atrapada, no sabía como abrir porque otra señora que salía la había dejado pasar. Desde hoy seguro que hace la cola como mi madre, sólo que aquí son cortitas.

Santiago, 2004


El mejor Toddy del mundo es el de mi papá

Sí, es cierto, mi papá hace un toddy que aún puedo saborear en mi memoria. No habíamos terminado la frase “quiero un Todd…” cuando mi padre ya estaba poniendo en marcha la licuadora. Vainilla, a veces galletas, y mucho hielo eran parte de los ingredientes que hacían a esa bebida achocolatada venezolana tan maravillosa que hasta mi madre rompía su estricta dieta con un vaso de toddy. 

 Mi papá siempre estaba dispuesto a cualquier hora y en cualquier situación a preparar su alabado Toddy.

La habilidad de hacer del toddy una bebida de los dioses, parece que es genética, de lo poco que recuerda de su papá es que también tenía ese don que compartía en su negocio de batidos en Santa Bárbara del Zulia.

 Los intentos de igualar el toddy de mi papá eran fallidos, eran como los intentos de grandes empresas en imitar la Coca-cola. Le faltaban los mililitros de espumita cremosa que nos pintaba el bigote, la textura del hielo picado, el sabor del ingrediente secreto, ese que sólo los padres como él tienen: su amor, su dedicación y sus mimos. Otro día hablaré de la salsa para mojar el pan en las meriendas, que sin saberlo era el mejor “Pa amb tomáquet” que he comido en mi vida.

Mi papá es el mejor
Santiago,2009



Fiestas y fiestas y más fiestas

 Una de las cosas que más me gustan de España son sus fiestas. La más conocida son las Fiestas de San Fermín en donde la gente se divierte siendo perseguida por enfurecidos toros. Esa es una de las miles que hay en cada provincia de este país. En otra provincia (que no recuerdo el nombre) hay un San Fermín parecido; es decir una encerrona de toros a orillas de un malecón y para salvarse hay que lanzarse al agua fría. Divertido ¿no?

Yo estoy esperando con ansias en Entroido (carnaval en gallego) de Laza, una de las más pintorescas y raras celebraciones de estas fechas. Salen a la calle unos hombres disfrazados (Peliqueiros) que persiguen al público lanzándoles tierra con harina y hormigas disgustadas. También sale "A Morena" un hombre con una cabeza de vaca que intenta subirles la falda a las mujeres y para terminar se lanzan cabezas de puercos cocidos al público.

Igualmente están las fiestas gastronómicas que merecen mención especial aquí en Galicia donde se come mucho y delicioso, como la "Fiesta del cocido". Antes de esta hay una tradicional que se llama "Fiesta de la matanza" en donde los asistentes ven en vivo y directo la matanza de un puerco por un profesional del medio rural. Se siguen todos los pasos: el chamuscado, el lavado a presión y el despiece incluido la extracción de vísceras que tradicionalmente realizan las mujeres. La fiesta finaliza con la cena: panceta, hígado, orejas y costillas acompañadas con un buen vino. 

Para estas fechas también se celebra la Fiesta de la Filloa. La filloa es como un crepé que se come en carnaval rellena de crema, nata, chocolate; pero que también se rellenan con sangre, morcilla o chorizo. Yo el año pasado las comí de chorizo, una especie de "perritos calientes de la tierra". Y así cada fin de semana una diferente. 

Las hay también hermosas como la de el Corpos Christi donde las calles de la Villa de Ponteareas se tapizan con espectaculares alfombras florales o la Fiesta de la Historia donde el pueblo de Ribadavia por unos días se convierte con gran exactitud a la edad media: mercadillos, artesanías, vestimentas y hay que comprar con maravedíes. Para estas fiestas se alquilan trajes medievales y las "rumbas" son realamente de bárbaros.

Santiago, en una tarde lluviosa recién llegada a Galicia.

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