La clave del amor
Leo con interés que ya es posible saber si has encontrado el verdadero amor de tu vida con rigor científico: un beso lo dice todo. Según los estudiosos de la “química del amor” el beso apasionado tiene la función de intercambiar datos genéticos que avisan si dos personas son compatibles para amarse, ese intercambio se hace a través de la saliva. Siempre he sentido curiosidad de los mecanismos implicados en la atracción física. Somos 7.434.073.618 en el mundo (según las estadísticas a tiempo real mientras escribo esto), y se nos antoja exclusivamente uno, con quien a lo mejor ni siquiera hemos intercambiado una palabra, pero ahí está haciendo que nos tiemblen las piernas y nos suden las manos con su mirada sin poder evitarlo. Helen Fisher, antropóloga estadounidense de la cual soy fanática, tiene más de treinta años investigando sobre el amor. Sus teorías son fascinantes a pesar de que su firmeza científica nos apague la poesía a los más románticos.
Bueno, pero volviendo al tema de la saliva, Instant Chemistry es una empresa que se dedica a unir o separar parejas a través de un escupitajo en un tubo de ensayo. Así de sencillo, ¿te gusta alguien, pero no estás seguro? Ponlo a escupir, escupe tu también y envía la muestra a la empresa. Analizando la saliva ellos predicen si la relación funcionará. Todo esto me ha revelado un enigma que me torturó en mis años adolescentes en relación a mi primer amor.
A mi supuesto primer amor le conocí a mis quince años en una fiesta. Por aquel entonces hacíamos muchas fiestas porque una compañera de clase tenía un pedigrí rumbero indiscutible. Sus padres habían construido un salón de fiestas en su casa, una minidiscoteca con luces, aire acondicionado y música a todo volumen en el cual enloquecíamos los fines de semana al ritmo de las canciones de moda.
En esa fiesta estaba… le voy a llamar Mengano. Nunca me había fijado en él, pero bailando decidimos que nos gustábamos. A esa edad jugamos a enamorarnos y querernos, pero no sabemos realmente de que va la cosa. No había internet, por ejemplo, para aprender de saliva y genética.
Lo cierto es que nos hicimos noviecitos, salíamos a comer helados, al cine, a conversar en las plazas y hasta me hacía la visita en casa, a pesar de la vigilancia poco disimulada de mi papá a quien le daba por regar el jardín cuando estábamos sentados en el frente de mi casa. No las llevábamos bien, era guapo, responsable, estudioso, buena gente, "un buen partido" como decimos en mi tierra. Nuestro más íntimo contacto físico era un breve y tímido piquito de vez en cuando. Estábamos enamorados, pero en el fondo recuerdo que a mí no se me removían las entrañas con su cercanía, y ahora puedo decir que me lo confirmó su saliva. Sí, fue nuestro primer beso ardiente quien habló por mi corazón.
Un día antes de irse, me robó un beso apasionado y allí en ese instante se acabó el amor, y no era que besara mal porque Mengano fue hábil con su lengua, pero recuerdo un "no sé qué" que me llevó a tomar la firme decisión al día siguiente de dejarlo para siempre. A él le tomó por sorpresa y me pidió explicaciones, yo no encontraba palabras para definir la razón si todo iba viento en popa, así que con la inexperiencia en temas amorosos y repitiendo lo que muchas veces escuchamos en los teleculebrones, me escabullí en la necesidad de tiempo para pensar en la relación. Ese tiempo fue infinito porque nunca le llamé. Le rompí el corazón sin quererlo, según me contaban sus amigos. Me sentí mal por él, porque uno es joven y no sabe del amor como canta Rubén Blades.
Ahora seguramente me perdonaría si se lo confirmara con un test de Instant Chemistry, le daría una razón con base científica, le diría que no se puede forzar aquello que los genes no quieren, somos máquinas de ellos como propone Dawkins con su Selfish Gene, y que le vamos hacer si en contra de eso no se puede luchar, al final perderíamos la batalla. Los genes mandan.
Así que ya saben amantes, en la saliva está la clave. Si no tienen dinero para enviar muestras a Instant Chemistry, hagan como siempre se ha hecho. Besen, besen mucho con pasión, sin medida hasta encontrar a esa persona que les haga arder el mondongo.
Nota de traducción : En Venezuela a las tripas también le llamamos mondongo, no sean así, no piensen mal.
Foto: vía Buzzfeed
Nota de traducción : En Venezuela a las tripas también le llamamos mondongo, no sean así, no piensen mal.
Foto: vía Buzzfeed
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